Siguen atacando las blancas mientras que las negras aguantan.
La partida se pone interesante, hay piezas fuera del tablero y muy pocas son las que quedan en juego. Hay que pensar muy bien cada movimiento porque con el mínimo fallo las negras atacan y las blancas defienden. Ahora yo ataco.
Ya quedamos menos, tú, yo y cuatro piezas en movimiento.
Yo me acerco, te ataco y tú proteges a tu pieza más valiosa, al Rey, a Ti. Te da miedo quedarte al descubierto y no te puedes permitir perder al Alfil y la Torre, pues son ellos quienes te protegen.
Pero en un movimiento mal jugado soy yo quien me quedo sin piezas, un Rey negro frente a un tablero y un Rey blanco.
Ahora estamos tú, yo y tus aliados.
La partida es fácil, la tienes ganada pero te confías y nunca sabes cuál será el siguiente movimiento. Tanto te confías que pierdes a los que te protegían, y entonces, sí.
Ahora solo estamos Tú y Yo.
Tu y Yo, frente a frente, cara a cara, blanco frente a negro, negro frente a blanco. ¿Quién ganará la partida?
Ahora es cuando empieza el juego.